No es casualidad que el Círculo Dorado sea uno de los destinos más emblemáticos de Islandia. Ubicado a poca distancia en coche desde Reikiavik, esta ruta es perfecta para quienes visitan el país por primera vez o tienen poco tiempo para explorar.
Este itinerario, que incluye el Parque Nacional Thingvellir, la potente cascada Gullfoss y el área geotérmica de Geysir, representa una impresionante muestra del poder natural islandés. Sin embargo, su popularidad conlleva ciertos inconvenientes.
En 2024, Islandia recibió alrededor de 2,3 millones de turistas internacionales. Aunque el número pueda parecer manejable, es impactante cuando se compara con la población local, que apenas supera los 380.000 habitantes.
Uno de los mayores retos del turismo masivo en Islandia radica en que casi todos los visitantes llegan por el Aeropuerto Internacional de Keflavík, lo que lleva a una concentración excesiva en las rutas más populares, como el Círculo Dorado.
Alternativas al Círculo Dorado
La mayoría de los viajeros optan por esta ruta principal, lo que genera aglomeraciones en los aparcamientos y senderos, especialmente en temporada alta. Esto puede empañar la sensación de aislamiento y contacto con la naturaleza que Islandia promete.
Sin embargo, hay mucho más por descubrir fuera de esta zona concurrida. Existen regiones igualmente majestuosas y, en muchos casos, aún más encantadoras por su tranquilidad.
En los Fiordos del Este, pequeños pueblos costeros se extienden entre montañas abruptas y bahías serenas. Hacia el norte, las aguas ofrecen oportunidades excepcionales para el avistamiento de ballenas y aves marinas.
La península de Reykjanes, esculpida por la actividad volcánica reciente, y las tierras altas, vastas y solitarias, permiten a los más aventureros recorrer paisajes de ríos glaciares, campos de lava y fumarolas en rutas apenas transitadas.
Norte: Silencio, naturaleza y tradiciones
Aunque el aeropuerto se ha modernizado y hay vuelos directos hacia el norte, esta región sigue siendo poco explorada. Desde Husavik, es posible participar en excursiones tranquilas para ver ballenas y frailecillos, gracias a barcos con motores eléctricos que garantizan un recorrido silencioso y sostenible.
Husavik también es un excelente punto de partida para disfrutar del verano ártico. No muy lejos, Akureyri, la ciudad más grande fuera de Reikiavik, conserva un ambiente acogedor, ideal para excursiones a fiordos o a la impresionante cascada Goðafoss.
Además, el norte celebra con entusiasmo su herencia textil, con festivales anuales de tejido que reúnen a entusiastas de la lana de todo el país. En Sauðarkrokur, se puede explorar la historia islandesa a través de las sagas medievales en una exposición inmersiva sobre la batalla de 1238.
Este: Naturaleza remota y autenticidad
Viajar a los Fiordos del Este puede requerir tiempo, pero la recompensa es un entorno natural intacto y una vida más pausada. Localidades como Seyðisfjorður, con casas de colores y una escena artística vibrante, parecen salidas de un cuento.
La región es perfecta para senderistas y quienes buscan desconectar. Las rutas costeras y las cascadas ofrecen vistas espectaculares sin las multitudes del sur.
Una forma alternativa de llegar es en ferry, con la línea Smyril que parte de Dinamarca, pasa por las Islas Feroe y desembarca en Seyðisfjörður. Aunque el viaje es largo, ofrece una experiencia serena, ideal para comenzar la aventura con una conexión más profunda con el paisaje.
Oeste: Un retrato de Islandia en miniatura
La península de Snæfellsnes concentra en un solo recorrido playas de arena negra, campos de lava, cascadas y el imponente volcán-glaciar Snæfellsjökull. A pesar de su cercanía con Reikiavik, es mucho menos transitada que el Círculo Dorado.
La zona está impregnada de leyendas y relatos. El Snæfellsjökull inspiró la novela Viaje al centro de la Tierra, y muchas aldeas están estrechamente vinculadas a las sagas islandesas. En Borgarnes, el Centro de Asentamiento ofrece una inmersión en los orígenes del país.
Más al norte, los Fiordos del Oeste sorprenden con acantilados escarpados, caminos solitarios y una naturaleza casi intacta. Dynjandi, una cascada escalonada que cae por una montaña, es una de las joyas de la región.
Aunque el entorno es remoto, el pueblo de Ísafjörður cuenta con servicios modernos que facilitan la estadía.
Sur: Más allá del circuito clásico
No es necesario evitar completamente el sur de Islandia, sino simplemente tomar rutas menos trilladas. Más allá de Gullfoss y Geysir, se pueden explorar lugares como la laguna glaciar de Jökulsárlón o el cañón de Fjaðrargljúfur.
Con algo de planificación, incluso en la popular carretera de circunvalación es posible evitar las multitudes. Para una experiencia más única, el Geoparque Katla ofrece cuevas de hielo y paisajes impresionantes en un entorno solitario.
El sur tiene mucho más que ofrecer que el Círculo Dorado. Los viajeros dispuestos a explorar rutas alternativas serán recompensados con una Islandia más auténtica y menos masificada.